Materiales
sobre la discusión acerca de una Ley de Fomento de
los Transgénicos vs una Ley de Bioseguridad en México
Con la
entrada en vigor del TLCAN en 1994 se acrecentaron las importaciones
de productos agrícolas provenientes de Estados Unidos
y Canadá. En especial las importaciones de maíz
y oleaginosas han sido las que más han crecido.
Así,
durante los pasados 10 años un promedio de cerca de
5 millones de toneladas anuales de maíz, provenientes
de Estados Unidos, han entrado a México. Estas cantidades
han sobrepasando cupos de importación acordados en
el TLCAN, no han pagado millonarios aranceles, y han producido
competencia desleal y arruinado los precios internos de maíz,
pues han entrado con un precio promedio 30% inferior a los
costos de producción de Estados Unidos.
Y aún
más, también el gobierno mexicano, en complicidad
con las empresas transnacionales comercializadoras, ha permitido
ilegalmente que cada año una cantidad cercana a un
millón y medio de tonelada de maíz transgénico
entre y contamine nuestras variedades de maíz.
La denuncia
oportuna de organizaciones civiles de este peligro de contaminación
y amenaza a la base alimentaria y cultural campesina de México
se hizo desde 1997, y oficialmente se decretó una prohibición
(moratoria) de cultivo de trasgénicos en 1998. Sin
embargo, las complicidades de funcionarios-socios del negocio
de importaciones agrícolas de la Secretaría
de Agricultura y Ganadería, Desarrollo rural y Pesca
(SAGARPA), propiciaron que la empresa estatal comercializadora
en el campo (DICONSA) manejara y vendiera maíz transgénico
importado de Estados Unidos que empezó a invadir campos
de los estados de Oaxaca y Puebla.
Investigadores
independientes publicaron en noviembre de 2001 el descubrimiento
de maíz contaminado en muestras provenientes de Oaxaca.
Las transnacionales y sus socios de la academia se lanzaron
a descalificar a los científicos, con excepcional furia
contra el mexicano Dr. Ignacio Chapela, uno de los dos descubridores
de la contaminación.
Los socios
mexicanos de las trasnacionales, ubicados en puestos de gobierno
y de la academia científica, también se apresuraron
a negar la contaminación transgénica de una
de las cuatro especies de cereal más importantes del
mundo y además en el espacio donde se originó,
o mejor dicho, fue creada por las y los campesinos.
Pero la
negación no se podía sostener todo el tiempo,
así que dieron los siguiente pasos de una estrategia
bien conocida en el alto mundo de los ejecutivos: 1) Construir
desde las oficinas de las trasnacionales un proyecto de ley
de fomento del negocio de trasgénicos, 2) buscarse
un(os) abogado(os) y científicos aborigen(nes) que
le dieran el sazón local y 3) colocarla “venderla”
a legisladores “con sentido del progreso científico”
y que con el anzuelo de que los transgénicos van a
resolver el hambre en el mundo, la hicieran suya y la presentaran
a
Estos
son los breves antecedentes de como entró al Senado
de la República el Proyecto de Ley de Bioseguridad
y Organismos Genéticamente Modificados, de cómo
fue aprobada mayoritariamente, con tres honrosas excepciones
de senadores con sentido común; de cómo llegó
y se está discutiendo sigilosamente en la Cámara
de Diputados la Minuta de Ley de Bioseguridad y Organismos
Genéticamente Modificados.
Los dos
documentos que ponemos a disposición de la ciudadanía
son parte de los materiales poco conocidos que miembros de
RMALC ha preparado para ofrecer argumentos a legisladores
mexicanos en torno a una verdadera Ley de seguridad en México.
El primer
documento “Introducción
al debate sobre legislación y bioseguridad”,
contrapone diversos argumentos sobre los OGMs; en tanto que
el segundo documento “Análisis,
discusión y propuestas preliminares a la Minuta”
analiza críticamente el contenido de la Minuta del
Senado y enfatiza en los puntos legales que debe contener
una ley de Bioseguridad.
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