Declaración de la Rebrib: Red Brasileña de Integración de los Pueblos

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¡No destruyan lo que fue duramente construido!

Mercosur está en un momento crucial. El paso de la Presidencia Pro Témpore (PPT) del Uruguay, el pasado 29 de julio, último día hábil del mes de julio, a Venezuela, en cumplimiento de la formalidad de rotación de la Presidencia Pro Témpore del Consejo del Mercado Común, como se prevé en el Protocolo Oro Petro (Protocolo adicional al Tratado de Asunción, que institucionaliza la unión de los países) en su artículo 5. ( “La Presidencia del Consejo del Mercado Común se rota entre los Estados Partes, en orden alfabético, por un periodo de seis meses”), es un mecanismo automático y ya fue ejercido en julio de 2013. Sin embargo, ahora cuando Uruguay también le había pasado la PPT a Venezuela, fue cuestionado por otros miembros de la unión (Argentina, Brasil y Paraguay), con diferentes argumentos. Por lo tanto, el Mercosur fue momentáneamente dejado acéfalo, y explicita su crisis política.

Esta acefalia se produce en un momento sensible en el mundo y en la situación regional. Las políticas de rescate de sectores del gran capital, en particular o financiero, presentadas después de la crisis que tuvo su momento más agudo entre 2007 y 2009, mantiene una situación crónica de erosión, en un primer momento, de la base tributaria de los estados nacionales a través de la deuda y, como consecuencia, las políticas de ajuste fiscal y los recortes presupuestarios sin duda han afectado a la capacidad de recuperación económica de los países, ha evolucionado en los últimos años a un estancamiento económico, una crisis social, el aumento del desempleo, la disminución de los precios de las materias primas (productos importantes de exportación de los países de América Latina) y la caída global de ingresos, de la producción y de las inversiones en los países. En América Latina, particularmente en América del Sur, el empeoramiento de la crisis se refleja en el debilitamiento de la capacidad de los gobiernos de la región que buscan construir estrategias alternativas. En ese momento, más que nunca, necesitamos como país y como región de una salida a la crisis internacional, que podría ser una mayor integración regional, pero vemos la posibilidad de ser afectados por el proceso político llevado adelante por los sectores más liberales dentro del Mercosur, que terminan invalidando la posibilidad. Además, este desmonte no tiene en cuenta los avances regionales realizadas en nombre de los derechos humanos, los derechos laborales, la lucha contra la violencia contra las mujeres en los ámbitos de la salud pública, la agricultura familiar, la migración, entre otros, y en especial participación de la sociedad civil.

En Brasil, este curso de acción expone claramente la forma de actuar del gobierno interino y su ministro de Asuntos Exteriores que, desconociendo esta vez su propio nombramiento temporal interino, adopta posiciones que pueden poner en peligro el futuro del bloque. Más que eso,  exhibe la poca importancia que conceden a la construcción de una alternativa soberana, y refuerza sus principios políticos de que la integración del país a la escena internacional se debe dar de manera subordinada a los intereses de las potencias del centro capitalista y los intereses de las grandes corporaciones transnacionales, la profundización de la dependencia económica del país y su dependencia de una producción cada vez más centrada en los productos primarios. Además, no tiene en cuenta los avances regionales realizadas en nombre de los derechos humanos, los derechos laborales, la lucha contra la violencia contra las mujeres en los ámbitos de la salud pública, la agricultura familiar, la migración, entre otros, y sobre todo la participación de la sociedad civil que están amenazadas con el desmantelamiento del Mercosur en su esencia integradora.

Esa vía, adoptada por los gobiernos liberales que avanzan en nuestra región, reforzarán la estrategia anunciada por diversos voceros del gobierno de Estados Unidos tras el fracaso de las negociaciones sobre la llamada Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que cumplió una década en el año pasado. Esta estrategia fue, el centro de avance con los acuerdos de libre comercio bilaterales o regionales con los países y zonas que están de acuerdo con este tipo de acuerdos (por ejemplo, América Central, el Caribe, los países de la Alianza del Pacífico (Chile, Perú y Colombia en América del Sur) y tratan de aislar, debilitar, y si es posible, desmoronar el Mercosur. Por lo tanto, el desmantelamiento del Mercosur o su transmutación de un proyecto de integración a otra zona de libre comercio regional únicamente, volviéndose a mover en la órbita de Estados Unidos, sería el mayor logro de esta estrategia, contando ahora con el apoyo de lujo en este movimiento por el gobierno de facto de Brasil y de su canciller interino.

En este momento el centro de las negociaciones comerciales en el ámbito internacional se produce cada vez más en sectores que, lejos de ser propiamente comerciales, constituyen un marco restrictivo a las regulaciones nacionales y al espacio político para las estrategias de desarrollo alternativo – tales como servicios, inversiones, compras gobierno y la propiedad intelectual – y la reducción de los aranceles, muchos de ellos ganados a lo largo de la lucha contra las dictaduras que se implantaron en la región antes de tomar las políticas liberales hacia delante en ese momento. Es esencial que las organizaciones sociales y los sectores políticos que tratan de defender los avances democráticos y sociales, se manifiesten hacia la defensa del proceso de integración regional que es y, más que eso, pues el Mercosur puede representar una posibilidad concreta de construir una alternativa que permita combatir la crisis instalada en la región.

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